ADAPTABILIDAD VERSUS SISTEMA:

17.01.2013 07:17

 

ADAPTABILIDAD VERSUS SISTEMA:

La verdad es que bajo mi personal punto de vista hoy vivimos inmersos en las profundidades de la sin razón de un sistema obsoleto. Obsoleto para los miles de millones de habitantes de este planeta que de una u otra manera sufrimos su inhumana e impersonal presión, no para esas macro corporaciones y fortunas privadas que incrementan vergonzosamente sus patrimonios a costa de las insufribles penurias que el resto, a diferentes niveles, debemos soportar. Hablo de la sin razón porque mientras la mayoría debemos cargar con las consecuencias de una supuesta crisis; disculpen mi ignorancia pero para mí sigue siendo una estafa global; otros no dejan de enriquecerse. ¿Cómo es posible que entidades financieras que han violado la confianza de sus clientes se vean recompensadas con multimillonarias subvenciones y sin embargo algunos de sus clientes, desahuciados porque no les es posible satisfacer sus hipotecas? ¿Cómo puede explicarse que existan en España más de seis millones de parados pero que sin embargo operadores telefónicos y otros tipos de empresas contraten sus servicios de atención al cliente en plataformas ubicadas en otros continentes? ¿Será alguien capaz de decirnos de manera razonable cómo es posible que el poder adquisitivo de la ciudadanía se haya visto reducido a lo largo de la última década y sin embargo servicios de primera necesidad como la luz, el gas o el agua hayan incrementado sus tarifas, en algunos casos casi un ochenta por ciento, en el mismo periodo? Difícilmente se nos podrá ofrecer una explicación plausible a todas estas cuestiones y otras muchas que resultarían prolijas de enunciar. Por eso creo que el único recurso que nos queda es el de la adaptabilidad y entiendo por tal acepción nuestra capacidad, aquellos que todavía poseamos el privilegiado recurso de poder hacerlo, de relativizar la presión asfixiante a la que nos vemos sometidos a través de acciones tales como el diferimiento de pagos, renegociaciones de deudas y mínimos activos en nuestras entidades financieras. A ello yo le he añadido la supresión de gastos que el tiempo me ha demostrado resultaban del todo innecesarios, ya hace cerca de cinco años que decidí prescindir de vehículo y móvil. En fin, imaginación y descaro es lo que nos obliga a cultivar este obsoleto sistema en lugar de compromiso y confianza que sería lo lógico en un mundo evolucionado.