CUESTIÓN DE ESTILOS:

28.08.2013 12:58

 

Estoy plenamente convencido de que la gran mayoría de culers no sentimos ninguna simpatía por los merengues (no hablo a nivel de relación personal sino de institución) así como muy presumiblemente ellos tampoco la sienten hacia nosotros.

Sin embargo en esta afirmación se encierra probablemente un hecho radical y este no es otro que la polaridad que separa la filosofía no solo de ambos clubes sino y por encima de todo “el taranna” es decir la personalidad, esa realidad psicofísica que diferencia a unos y otros como a la noche del día.

Mi abuelo era del Betis, Trianero él y recuerdo que desde pequeñito, con siete u ocho añitos, después de la comida familiar de los domingos yo me iba con él a su cuartito a escuchar el carrusel deportivo.

Yo me identificaba ya en tan temprana edad con el Barça porque llevaba el nombre de mi ciudad natal y mi abuelo también sentía simpatías por ese club aunque la verdad es que las sentía por casi todos menos por el Sevilla, nunca supe por qué Las Palmas y por encima de todos el Real Madrid al que no le deseaba la victoria ni jugando contra el Sevilla.

Recuerdo que a menudo ante mi extrañeza me comentaba “esos tienen de todo” o “el que tiene el poder es el que siempre gana” o “a Bernabéu no le tose ni el mismísimo tío Paco”.

Con el paso de los años me fui percatando de a qué se refería mi abuelo.

En la tele solo daban los partidos del Madrid, las noticias deportivas invertían más de la mitad de su duración en el Madrid y parecía que en España tan solo había un equipo, el Real Madrid.

Si a eso le unimos los favores arbitrales de los que gozaba el equipo blanco y los comparábamos con los atropellos que sufríamos nosotros la indignación iba in crescendo.

Y para acabar de adobarlo todo, estaba ese complejo de superioridad con el que los merengues ninguneaban a todos los demás teniendo ellos siempre la razón absoluta y siendo los restantes unos meros comparsas de relleno, igualitos que el repelente niño Vicente que lo podía hacer todo pero a él nada.

Y en esas que se murió el tío Paco, como mentaba mi abuelo al Caudillo de España por la gracia de dios y si bien sus genes parecen seguir aún hoy latentes en un gran número de cabecillas del Estado, no es menos cierto que las cosas cambiaron un poquito.

Y ese punto de inflexión que yo siempre he asociado a Basilea, mi primera salida gloriosa con el Barça, permitió por lo menos que se nos empezase a reconocer fuera de nuestras fronteras, me refiero a las de Catalunya claro está, a pesar de que nuestro club era el único que desde que se crearon las competiciones continentales nunca faltó a su cita con Europa.

Y aunque las cosas continuaron más o menos igual por lo menos y sobre todo desde la llegada de Johan al banquillo, el Barça empezó a marcar un estilo propio y a ser reconocido como lo que siempre fue, un club grande, sino el más grande a nivel deportivo.

Eclosionaron las secciones, los mejores en básquet, en balonmano, en hoquey y por fin también en futbol a pesar de todo, porque la envidia es tiña y el equipo de España seguía siendo el Madrid ninguneando desde sus altavoces los éxitos del Barça.

Pues bien, viene todo esto a colación del momento actual, en el que como podrán comprobar todos ustedes la cosa no ha cambiado demasiado con respecto a los tiempos en que yo me refugiaba con mi abuelo a escuchar el carrusel hace ya más de cuarenta años.

El Madrid sigue abriendo la sección de deportes en todos los noticiarios de índole estatal aunque no gane una champios en diez años o quede relegado a segundón en la liga.  

Se le siguen regalando puntos a destajo, en la recién estrenada liga ya van cuatro de seis.

Y siguen presumiendo de ese saber hacer, como cuando acusan a la plantilla de otros clubes de doparse y queda impune, como cuando manipulan imágenes para demostrar que un gol legal era antirreglamentario o como cuando presionan a un jugador para que se declare en rebeldía porque su club no lo quiere vender.

Eso es clase señores, la misma que demuestran cuando pierden o no se les arbitra como están acostumbrados.

Eso es señorío, como cuando ponen en duda el coste de un fichaje calificándolo de exorbitado pero no tienen inconveniente en romper el mercado pagando una indecencia por un jugador  que ni siquiera es el que inicialmente deseaban fichar.

En fin, después se preguntan cómo puede ser que hayan perdido tantas simpatías y sobre todo que el Barça despierte más que nadie.

Y la respuesta es simple, solo es cuestión de estilos.

 

SERGEI.