LA EDUCACIÓN ES LA BASE:

29.06.2013 07:38

La educación es, sin duda alguna, el pilar fundamental, sobre el que se sostiene la evolución humana. Instruir, desarrollar y perfeccionar las facultades, el comportamiento y en general, todos los sentidos, conforman el objetivo de la educación.

Si bien resulta incuestionable que la educación, debería representar un proceso continuo que se prolonga a lo largo de toda la vida de un sujeto, no es menos cierto que los fundamentos esenciales y naturales de la misma, deben transmitirse e inculcarse desde la más tierna infancia de manera que ya en la adolescencia se posean los principios y valores que deberán regir nuestra evolución hasta el fin de nuestros días.

La educación debe fluir a través de los acontecimientos cotidianos, mediante la experiencia vital en la que nos desenvolvemos a cada instante de manera que para nosotros resulte del todo natural que nuestra actitud mental sea siempre positiva y se fundamente en principios como el amor, la tolerancia y el respeto.

Sin embargo, en el actual sistema en el que se desenvuelven nuestras vidas no solo no es posible llevar a cabo este tipo de educación sino que las referencias externas que van conformando nuestra realidad psicofísica y con las que nos bombardean continuamente, se rigen por parámetros opuestos.

Desde nuestra más tierna infancia se nos inculca un permanente estado de desconfianza que nos conduce indefectiblemente a prejuzgar e incluso a sojuzgar a nuestros semejantes obedeciendo a simples referencias externas sin analizar e incluso en ocasiones desconociendo los motivos que las producen.

Catalogamos imprudentemente y de manera baladí, sin importarnos en absoluto el irreparable daño que esos erróneos juicios infundados puedan causar.

Se nos educa para que ocultemos nuestros sentimientos e incluso, en ocasiones, para que obremos en contra de los dictados de nuestro Yo, el único pecado verdadero. El resultado es que llega un momento en que nuestra desorientación psicofísica es alarmante pues desconocemos si nuestros actos están regidos por nuestra propia iniciativa o en base a superfluas pautas de ética y moralidad externas que nos han sido impuestas.

Al sistema le interesa que prevalezca la mediocridad sobre la excelencia pues una sociedad mediocre resulta fácilmente manipulable, mientras que los colectivos educados en la positividad, cultivados y poseedores de una solida formación pueden ser capaces de generar sus propios objetivos vitales, en resumidas cuentas, de pensar positivamente, convirtiéndose de ese modo en peligrosos trombos que pueden amenazar muy seriamente al sistema circulatorio del organismo capitalista. 

Educar es, en esencia, habituar al ser a elaborar unos mecanismos de respuesta determinados por procesos naturales, ya sean físicos, metafísicos o mentales.

La sociedad actual confunde educación con formación, lo cual resultaría algo así como equiparar intuición con instinto. Se puede poseer una formación altamente cualificada en una o varias materias pero si se carece de una solida educación que la sustente será como un bonito edificio construido sin una cimentación adecuada.

Si deseamos que nuestras futuras generaciones habiten un mundo mejor hemos de empezar por replantearnos los fundamentos educativos que deben recibir y esforzarnos para que ello sea posible en que aprendan a cultivar su imaginación de forma positiva, sin duda, hemos de cuestionarnos nuevamente nuestros valores y objetivos vitales y elaborar un nuevo orden de prelación.

Es imprescindible que polaricemos nuestros pensamientos y variemos radicalmente los valores y objetivos que deben regir nuestras vidas, transitando desde la obscuridad hacia la luz, desde la negatividad a la positividad, de la desconfianza a la seguridad, de la descalificación al respeto, del odio al amor. Solo así nos encontraremos en disposición de construir un sistema y un mundo mejor.

De vosotros, de esta maravillosa juventud, depende que la luz de la ilusión y la alegría sustituyan definitivamente el denso brumazón a través del cual deambula nuestro actual sistema. Romped y desechad, de manera pacífica pero firme, todo cuanto lastra vuestra existencia. Cread en vuestras mentes un mundo ideal y debatid y cotejad después en reuniones, chats y en foros, el producto de vuestras creaciones.

Contagiad a vuestros mayores la ilusión y la energía necesaria para culminar con éxito la que deberá ser vuestra obra. Asumid que sin vosotros no hay futuro, que vosotros sois el futuro. Edificadlo y mejoradlo a vuestra voluntad.

Tan solo si somos capaces de polarizar nuestros pensamientos, de positivizarlos y convertirlos en firmes propósitos, estaremos en disposición de introducirnos en una Nueva Era. Recordad que somos lo que pensamos.

 

SERGEI.